Leonardo Antonio Curzio Gutiérrez es un reconocido periodista de derecha que ha encontrado un lugar privilegiado en la “casta dorada” de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sin tener que dar clases y cumplir con sus obligaciones académicas.
A pesar de tener un cargo como profesor investigador titular B de tiempo completo en el Centro de Investigaciones sobre América del Norte, su presencia en las aulas es prácticamente inexistente, según los registros oficiales.
Curzio tiene asignadas 40 horas semanales en la UNAM y percibe un salario que asciende a 69 mil 782 pesos mensuales, incluyendo incentivos y estímulos. Sin embargo, tanto la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT) como el Sistema Integral de Información Académica (SIIA) de la Dirección General de Evaluación Institucional (DGEI) de la UNAM, revelan que no ha impartido clases ni asesorado tesis en años recientes.
No existe evidencia de que haya solicitado permisos o sabáticos para dedicarse a otros proyectos, aunque su tiempo claramente ha sido utilizado en múltiples compromisos fuera de la academia.
En lugar de centrarse en sus responsabilidades al interior de la máxima casa de estudios del país, Curzio ha estado ocupado en otros ámbitos, como comunicador en diferentes medios y entidades gubernamentales.
Pese a que tendría que trabajar como investigador de la UNAM ocho horas de lunes a viernes, Curzio ha tenido tiempo para conducir el programa matutino de noticias Así Amanece con Leonardo Curzio, el cual se transmite diariamente de 7:00 a 8:00 de la mañana por ADN 40, canal del magnate mexicano, Ricardo Salinas Pliego, además de conducir un programa en Grupo RadioFórmula llamado Leonardo en Fórmula, el cual se transmite todos los días en punto de las 20:00 horas.
Y no sólo eso, desde el 2015 hasta este año, Curzio participó en el programa Primer Plano de Canal Once donde cobró en total más de 4 millones de pesos por un trabajo que, evidentemente, consumió tiempo que debería haber sido dedicado a sus obligaciones en la universidad.
Pero esos no son los únicos empleos que Curzio ha tenido mientras mientras mantiene intacto su estatus académico en la UNAM. También fue contratado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación para producir y conducir programas en su canal de televisión Justicia TV.
Los documentos que están disponibles en la Plataforma Nacional de Transparencia muestran que el comunicador fue contratado por la SCJN como prestador de servicios en el 2023 y lo que va del presente año para crear, producir contenidos y desempeñar la conducción en los programas que le establezca la Dirección General de Justicia TV Canal del Poder Judicial de la Federación. En este 2024 se le asignó la conducción de la segunda temporada de la serie titulada “Diálogos sobre justicia y seguridad”.
El año pasado su contrato comenzó a correr desde el 1 de agosto y terminó el 31 de diciembre con un sueldo mensual bruto de 68 mil 315 pesos. En este 2024 su contrato comenzó a correr a partir del 1 de mayo y finaliza el 31 de diciembre, aunque con un salario menor que asciende a 38 mil 427 pesos brutos mensuales.
Además, el 29 de enero de este año firmó un contrato con el Canal del Congreso para grabar entre 13 y 32 programas de la serie Incursionando, por los cuales recibió 11 mil 500 pesos por cada programa, con un total estimado de 426 mil 880 pesos.
Entre otros de los servicios por los que el periodista ha obtenido ingresos, se encuentra su labor como moderador en el tercer debate a la Presidencia de la República en el 2018 por el que recibió un pago de 121 mil 678 pesos con impuesto incluido, y en el que también participaron Gabriela Warketin y Carlos Puig.
Como si eso no fuera suficiente, desde 2018 Leonardo Curzio tiene tiempo de sobra hasta para escribir una columna en el diario El Universal.
Aunque formalmente está adscrito al Centro de Investigaciones sobre América del Norte, su participación en proyectos de investigación parece haber pasado a segundo plano frente a su carrera en los medios. Su investigación actual, “Las relaciones México-Estados Unidos: historicidad e intersubjetividad”, tiene un plazo de ejecución hasta el 2030, y antes de ello desarrolló otro proyecto de larga duración sobre seguridad en América del Norte que duró 17 años (2003-2020). Estas investigaciones, sin embargo, parecen haber tenido un impacto limitado dentro de la universidad, dado que no se le ha visto involucrado en clases o mentoría a estudiantes.
A pesar de su ausencia en las aulas, Curzio recibe beneficios adicionales por su posición en la UNAM, incluyendo estímulos del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), y un estímulo del Programa de Primas al Desempeño del Personal Académico (PRIDE), lo que incrementa sustancialmente sus ingresos mensuales.
En total, recibe más de 15 mil 846 pesos cada mes solo por pertenecer al SNI, además de otras compensaciones, como por antigüedad equivalente al 2.5 por ciento de su salario, 1,674 pesos mensuales en vales de despensa, ayuda para material didáctico entre 285 y 887 pesos, un vale anual para la compra de libros por 1,213 pesos, un vale anual por el día del maestro de 1,087 pesos, 40 días de aguinaldo, una prima vacacional del 60 por ciento de su sueldo.
Esta situación pone de manifiesto una realidad incómoda en la universidad pública más grande de México: mientras algunos académicos brillan por su dedicación a la enseñanza y la investigación, otros, como Leonardo Curzio, parecen usar su estatus para acceder a privilegios y lucrar fuera de las aulas, con escasa rendición de cuentas.
Sin lugar a dudas, el caso de Leonardo Curzio es un ejemplo de cómo algunos académicos pueden aprovechar su estatus para obtener ingresos significativos sin cumplir con sus responsabilidades.
En un país donde la educación superior enfrenta múltiples desafíos, la figura de Curzio contrasta con los valores de compromiso y dedicación que se esperan de los académicos en instituciones públicas como la UNAM.
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