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Por Malthus Gamba
AGO 11, 2023
Hay sectores sociales que aún se dejan manipular por la narrativa conservadora, que señala a diario que todo lo que construye y reconstruye el gobierno del presidente López Obrador, va lento y también va mal.
Esa es la bandera opositora en su descalificación permanente a todo lo que se hace en este sexenio. Señalan que ya es tiempo de que el presidente deje de culpar al pasado, por los problemas que viven los mexicanos hoy en día. La culpa, a final de cuentas, es de quien gobierna y no de quienes gobernaron y ya no están.
A esa gente le propongo un ejercicio sencillo, para que se den una idea clara de lo que está viviendo el país, en tiempos de la Cuarta Transformación
Mañana temprano, antes de preparar el primer café del día, toma con las manos tu taza preferida y déjala caer al suelo. Después junta los pedazos y ponlos en algún lugar. Al día siguiente, has lo mismo con los restos de la taza. Tíralos de nuevo y regrésalos al sitio donde los guardas. Has lo mismo cuatro veces más.
Al séptimo día, saca la pedacería que guardaste y comienza a pegar cada trozo en el sitio adecuado, tratando de resanar al mismo tiempo, las grietas que dan cuenta del destrozo. Todo debe quedar en su sitio y sin espacios por donde se tire el café caliente.
¿Es una tarea fácil? Definitivamente no.
Eso fue lo que le sucedió al país, durante los 36 años de neoliberalismo. Seis presidentes se encargaron de destruir todas y cada una de las instituciones mexicanas. Tiraron la taza a su caro, seis veces. Vendieron a la iniciativa privada nacional y extranjera, nuestra soberanía y patrimonio.
Saquearon los recursos públicos que debían destinarse al desarrollo y mantenimiento de la estructura social y de gobierno. Acabaron con la paz y la seguridad en el país. Se aliaron a la delincuencia. Destrozaron el sistema de salud. Empobrecieron a la población en su conjunto. Pusieron a la política y al gobierno, a disposición del poder empresarial.
La taza llamada México, fue tirada al piso en seis ocasiones consecutivas. Y así entregaron el país al presidente López Obrador.
Con la hipocresía y desvergüenza propias de la derecha fascista, hoy le exigen al nuevo gobierno que en un día, repare todo el desastre dejado por seis presidencias anteriores.
Que ponga en pie al país, porque ésa y no otra es su obligación. Como si los neoliberales hubieran tenido en cuenta esa obligación mientras fueron gobierno.
La epopeya de este enorme y multitudinario Movimiento de Cambio, está precisamente en el trabajo para reparar ese desastre transexenal, devolviendo al país mucho de lo perdido durante los sexenios del caos.
Primeramente, dejan de ser la fuerza gobernante y dominante en el país, los viejos, corruptos y suciamente enriquecidos traficantes de influencias.
No hay un poder fáctico, detrás del poder político. Después viene la sana distancia entre delincuencia y autoridades federales. No hay un Genaro García Luna incrustado en el aparato presidencial, realizando negocios con grupos criminales. Se fortalece el salario mínimo, para que la gente tenga verdadero poder adquisitivo.
Se pone freno al huachicoleo y demás prácticas de corrupción. Se atiende con Programas Sociales a los sectores sociales olvidados.
Se pone especial atención en los jóvenes, trabajando para alejarlos de las garras de la criminalidad y para mostrarles que una vida sana y feliz, está al alcance de la mano y sin necesidad de recurrir a algún tipo de droga.
Se reparan, terminan y construyen hospitales. Se quita a la mafia priista, el control de los medicamentos. Se revitaliza la zona sur del país, con proyectos impresionantes como el Tren Maya, la Refinería Olmeca y el Corredor Transístmico. Se construyen aeropuertos y carreteras. Se reparan caminos.
Hay una cantidad impresionante de tareas ejecutadas en forma ordenada, pero sin descanso. El proyecto educativo de La Nueva Escuela Mexicana está por arrancar y a pesar de las piedras en el camino que intenta poner la perversa oposición, el futuro de las nuevas generaciones se asegura con este nuevo enfoque educativo, de tipo humanista y para nada mercantilista.
La taza despedazada que recibió el presidente López Obrador y todos aquellos que de una u otra manera se han comprometido con el Movimiento de Transformación, recupera su forma original.
Hay aún pequeñas piezas que no acaban por embonar bien, pero que ocuparán su sitio exacto en la recta final de este gobierno, o durante los primeros años de la siguiente administración.
Una cosa queda clara para los mexicanos, después de este gran esfuerzo.
No pueden regresar los conservadores al poder.
No pueden tirar por la borda todo el trabajo realizado durante estos seis años.
Hoy, la gente de Claudio X González quiere vendernos como parte del pueblo, a un personaje cien por ciento neoliberal.
Una mujer millonaria que ha acumulado su fortuna, echando mano de las mismas prácticas corruptas del resto de los conservadores. Xóchitl Gálvez no representa a los sectores sociales menos favorecidos.
Se trata de alguien que ha trabajado siempre para la clase “fifí” que gobernó al país, detrás de políticos fachada.
Con ella en la silla presidencial, la taza de café mexicana volverá al suelo, para repetir la historia de violencia, pobreza, saqueo, impunidad y corrupción por todos conocida. Y se perderá todo lo recuperado hasta ahora.
En 2024, se hace necesario dar continuidad al Proyecto de Transformación. Sea quien sea el candidato de Morena, habrá que respaldarlo, dándole un Congreso con mayoría calificada.
La epopeya de la Cuarta Transformación se consolida en un solo sexenio y cerrará plenamente su historia con el siguiente presidente.
En la Iliada, la epopeya por excelencia, escrita por Homero, hay cantidad de personajes principales y secundarios que participan en papeles de todo tipo a lo largo de la obra. En la Cuarta Transformación pasa lo mismo. Somos millones los que hacemos presencia y cada respaldo al Movimiento es importante.
Por eso mismo, el regreso de la corrupción conservadora, “es moralmente imposible”.
Ni Xóchitl “La Innombrable”, ni “Lord Casinos”, o cualquier otro reaccionario, recibirá de manos del presidente López Obrador, la banda presidencial. Eso es seguro.
Aquí no habrá caballo de Troya.
Malthus Gamba
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