sinlineamx.com
AGO 6, 2023
Por: Miguel Alejandro Rivera
@MiguelAleRivera
Si dijéramos que existe una organización política de ultraderecha en México apoyada por Donald Trump y con tintes neonazis pensaríamos que se trata de un chiste, una broma surrealista de nuestro país, que de pronto llega a sorprendernos con situaciones absurdas. Pues bien, la organización existe, se llama México Republicano y quiere estar en las boletas para las elecciones presidenciales de 2024.
Esta iniciativa es procapitalista, ultraconservadora, abiertamente católica y, si se pudiera poner aún más delirante el asunto, su posible candidato a la presidencia sería el actor Eduardo Verástegui, conocido por impulsar reuniones de la ultraderecha internacional, así como por su participación en telenovelas como Soñadoras, Salomé, Alma rebelde y Tres mujeres, entre otras. Claro, si Volodímir Zelenski llegó a la presidencia de Ucrania después de ser comediante y convertirse en el rostro detrás de la OTAN en la región, por qué un actor de melodramas no sería el Caballo de Trolla de los Estados Unidos en México.
Verástegui está un movimiento conocido como ¡Viva México! Desde el cual ha criticado al Partido Acción Nacional (PAN) por elegir a Xóchitl Gálvez como la más probable candidata de la derecha a la presidencia de México en 2024.
“México el PAN ha muerto y no estamos seguros de que descanse en paz. Porque murió en estado de desgracia. La cúpula del PAN traicionó a su militancia que representa todo lo opuesto a los valores que defienden la mayoría de sus seguidores”, aseguró el actor en un video publicado en su cuenta de X, entonces aún Twitter.
“Dios, patria y familia”, asegura el también productor, son los pilares de nuestro país, los cuales no van en sintonía con las declaraciones de Gálvez cuando ha dicho que ella proviene de la Liga Obrera Marxista y afirma ser trotskista de origen. Una escopeta Xóchitl calibre 666 es lo que, dice el actor, ha dado fin a la vida del PAN.
Ahora que Verástegui promociona su película Sound of Freedom, se habla también de la CPAC, una asociación que otorgó importante apoyo para la realización de la cinta y que reúne a activistas católicos y antiabortistas, contrarios al feminismo o los derechos LGTB y es anticomunista. ¿En serio hay que regresar al pasado?
Hay otro personaje del que se puede hablar cuando de este grupo de ultraderecha mexicano se trata: Juan Iván Peña Neder. De 1983 a 2003 fue parte del Partido Revolucionario Institucional, ocupando en él varios cargos, como la dirigencia juvenil; después pasó a las filas del Nueva Alianza, pero eso no es lo que lo define solamente.
Actualmente es presidente de México Republicano. En 2011 fue acusado de violación multitudinaria contra su esposa, Talía Vázquez, víctima también de otros dos sujetos. Vázquez denunció el hecho y Peña Neder pasó dos años en el penal de máxima seguridad de Matamoros, en Tamaulipas. ¿Y es la familia la prioridad de una organización que impone como su presidente a un personaje con este vergonzoso historial?
En 2013, Talía Vázquez dijo a la periodista Sanjuana Martínez, que Peña Neder formó parte y ayudó al crecimiento de las células nazi en México, además de señalar que fue asesor en la Secretaría de Gobernación durante el sexenio de Felipe Calderón.
Vaya joyas las que trae como ariete la ultraderecha mexicana. En principio resulta increíble que se hay retomado un lenguaje casi olvidado del siglo XX: trotskismo, comunismo, marxismo… gracias habría que darle a la derecha y ultraderecha de traer nuevamente a la escena conceptos que, como liberalismo, capitalismo y demás son importantes para el bagaje cultural de las nuevas generaciones. Y no, no porque un libro de texto lo mencione vamos a tener niños leninistas y bolcheviques por ahí, en la UNAM, en la UAM, claro que los estudiantes siguen abrevando de las teorías marxistas, y no estamos nadando en comunismo desde hace mucho tiempo.
Por otra parte, el hecho de que México Republicano critique, ya no a Morena, sino al PAN por posicionar a Xóchitl Gálvez habla de lo preocupante que sería su intromisión a la política, pues en un país megadiverso como el nuestro, ¿cuánto sufrirían los indígenas, los campesinos, todas las etnias dispersadas por el territorio nacional, cuya cosmogonía no empata con “Dios, patria y familia”? Y eso que Gálvez no representa, ni de lejos, a las verdaderas bases sociales mexicanas.
Cuidado habrá que tener con estos discursos impulsados desde Estados Unidos. Un libro de texto que habla sobre diversidad, saberes comunitarios e igualdad no hace ningún daño, como sí lo harían ideas neonazis, ultraconservadoras y religiosas en caso de que este grupo tomara una verdadera relevancia político-electoral.
0 Comentarios